Síndrome de Cushing: Síntomas, Causas, Diagnóstico, Tratamiento

 

 

Descripción general

El síndrome de Cushing es un trastorno producido por el incremento en la producción de la hormona cortisol en las glándulas suprarrenales. Este incremento anormal del cortisol puede ser originado por algunos factores.

Causas

El síndrome de Cushing también denominado hipercortisolismo se debe a los niveles excesivos de la hormona cortisol. La causa más frecuente es por una tumoración llamada adenoma a nivel de la glándula hipófisis. No obstante, cuando se presenta en esta forma se la conoce como enfermedad de Cushing.

Otras causas son los tumores, crecimiento anormal de las glándulas suprarrenales, y el tratamiento crónico con los medicamentos glucocorticoides. También puede ser originado por la producción de la hormona adenocorticotrópica (ACTH), generalmente debido a tumores que de manera natural no la producen, lo que se denomina secreción ectópica de ACTH. La ACTH es la hormona elaborada por la glándula hipófisis, que estimula a las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol.

Debido a este trastorno los pacientes pueden padecer, entre otras manifestaciones, obesidad central (tórax, cuello, abdomen), aumento del colesterol y los triglicéridos, hipertensión arterial, diabetes mellitus, alteraciones que a su vez, forman parte del síndrome metabólico, que está asociado a un incremento del riesgo de presentar trastornos cardiovasculares. 


Síntomas

Entre los signos y síntomas más frecuentes se encuentran: adelgazamiento del cabello, demencia, cataratas, cara enrojecida y redondeada (llamada cara en luna llena), excesiva grasa alrededor del cuello (lo que se conoce como giba dorsal), cansancio fácil, acné; crecimiento del vello en exceso en mujeres (hirsutismo), ciclos menstruales irregulares.

Se observa además la presencia de obesidad central y estrías violáceas a nivel del abdomen. Los pacientes con síndrome de Cushing desarrollan algunos problemas de salud derivados del excesivo aumento del cortisol en sangre como: hipertensión arterial, úlcera péptica, cálculos renales, elevación de los niveles de azúcar que pueden terminar originando diabetes, osteoporosis; presencia de irritabilidad, mala memoria a corto plazo y la formación de hematomas (colección de sangre debajo de la piel).

Entre los síntomas y trastornos menos frecuentes están: insomnio, debilidad en hombros y cadera, hinchazón de las piernas y/o los pies, infecciones recurrentes, calvicie sobre todo en mujeres, y depresión. 


Diagnóstico

Existen tres determinaciones en el momento de confirmar la presencia de un síndrome de Cushing: 


  • Cortisol libre urinario en orina de 24 horas continuamente elevado, lo que indica que hay un excesiva producción de cortisol a lo largo del día y la noche.
  • Incapacidad para frenar la producción del cortisol tanto en sangre como en la orina en 24 horas, tras la administración de dexametasona, un corticoide de acción sistémica que en condiciones normales detiene la producción de cortisol por las glándulas suprarrenales.
  • Determinación de cortisol a medianoche, de manera más practica en la saliva, aunque también se lo puede hacer en la sangre, y que al estar elevado revelará la pérdida del ritmo circadiano del cortisol, cuya concentración es normalmente máxima al levantarse por la mañana y mínima a medianoche. 
 

Estudio de Imágenes

Se pueden utilizar exploraciones por tomografía computarizada o resonancia magnética, las cuales pueden proporcionar imágenes de la glándula hipófisis o las glándulas suprarrenales para localizar alteraciones como la presencia de tumores. 


Tratamiento

Existen tres formas primordiales para el tratamiento y control del síndrome de Cushing: 


  • Tratamiento médico por vía oral. Aunque no es un tratamiento curativo, puede nivelar el cortisol, lo cual mejora los síntomas y el estado general del paciente. Algunos fármacos utilizados son la metopirona, mitotane o carbegolina.
  • Tratamiento quirúrgico. Este tratamiento es de tipo curativo cuando se extirpa el tumor que está provocando la enfermedad. Si la causa es un adenoma en la hipófisis, el neurocirujano opera, a través de la nariz (vía transesfenoidal). Si hay un tumor en la glándula suprarrenal, el cirujano puede extraerlo mediante laparoscopía si es pequeño, o de lo contrario con cirugía abierta, bien por la zona lumbar o, en ocasiones por vía abdominal si la tumoración es grande.
  • Radioterapia. Si por medio de la neurocirugía no se logra normalizar la secreción de cortisol, puede irradiarse la hipófisis para que con el paso del tiempo (meses o años) la producción excesiva de la hormona ACTH se normalice.


En la actualidad se emplean técnicas muy precisas que minimizan la irradiación de los tejidos circundantes, como la radiografía esterotáxica fraccionada en 25 sesiones o la Gamma Knife (bisturí de rayos gamma) en una sola sesión. Mientras se espera el efecto de la radiación, es recomendable realizar tratamiento médico para controlar los niveles de cortisol. 


Pronóstico

Cuando los niveles de cortisol regresan a los valores normales, la mayoría de los signos y síntomas remiten, aunque no siempre de forma total. Es importante conocer que aunque el paciente se haya curado, el haber padecido de un síndrome de Cushing lo predispone a un mayor riesgo cardiovascular. Es debido a este motivo que se debe seguir una dieta equilibrada, practicar actividad física regular y evitar el tabaco. 


Recomendaciones Generales

Algunas de las recomendaciones generales que se incluyen dentro del tratamiento y control del síndrome de cushing están encaminadas a las enfermedades que puede desencadenar como la diabetes, la obesidad y la hipertensión arterial, que como se indicó anteriormente pueden incrementar el riesgo cardiovascular: 


  • No saltarse las comidas y que éstas sean en horarios regulares.
  • Hacer una dieta variada.
  • Disminuir el consumo de carnes e incrementar el consumo de pescados.
  • Evitar el azúcar y utilizar edulcorantes no calóricos (sacarina, sucralosa).
  • Ingerir verduras en todas las comidas.
  • Evitar los alimentos fritos.
  • No consumir alimentos precocinados ni comida rápida.
  • Reemplazar las grasas saturadas de procedencia animal, por las grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas de origen vegetal, o de pescado.
  • Aumentar la ingesta de frutas, verduras, cereales, legumbres y pescado.
  • Aumentar la fibra en la dieta por medio de las verduras, frutas y alimentos integrales.
  • Utilizar la sal con moderación, pero no suprimirla de la dieta, a no ser que el médico indique lo contrario.
  • Aumentar el aporte de calcio, magnesio y potasio a través de las frutas, frutos secos y verduras.
  • Disminuir o evitar el consumo de café.
  • Eliminar el tabaco.
  • Hacer ejercicio aeróbico no intenso y de manera regular como nadar, caminar, etc.
  • Control y reducción del peso corporal.
  • Ingerir de uno a dos litros de agua al día.
  • Disminuir o evitar el consumo de alcohol. 
 
Dr. William Bonifaz B.
Doctor en Medicina y Cirugía
Reg. Prof. 9871
 

Referencias
























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