Fiebre Tifoidea: Qué es y cómo se manifiesta

 


Introducción

La fiebre tifoidea es una infección bacteriana intestinal y sistémica. Se caracteriza por la presencia de fiebre continua, dolor de cabeza de gran intensidad, malestar general, pérdida del apetito, dolores musculares, escalofríos, dolor abdominal, entre otros síntomas. La infección se origina por el consumo de alimentos y bebidas contaminados. La prevalencia de esta enfermedad es mayor en niños en edad escolar y adultos jóvenes. 


Causas

La bacteria causante de esta infección es Salmonella typhi. La enfermedad se inicia cuando el paciente ingiere alimentos o bebe agua contaminada con heces de personas portadoras o de enfermos, o también por contaminación en personal de laboratorio por manejado inadecuado de muestras.

Los agentes patógenos ingresan por la boca, pasan a los intestinos, luego al torrente circulatorio y pueden ubicarse en la vesícula, el hígado, el bazo, y otras partes del organismo, donde desarrollan procesos inflamatorios y de destrucción de tejidos por la liberación de edotoxinas.

Al final las bacterias son expulsadas al exterior por medio de las heces fecales. Unos cuantos individuos pueden convertirse en portadores asintomáticos y seguir expulsando la bacteria en sus heces durante años, lo que disemina la infección.

La insalubridad del medio ambiente y los malos hábitos higiénicos son los principales factores de riesgo. El periodo de incubación de la Salmonella typhi es de 10-14 días, aunque puede variar de 30-60 días. 


Síntomas

Durante el periodo prodrómico (periodo previo al desarrollo de la enfermedad), que dura 1 semana, puede haber de manera excepcional un episodio transitorio de diarrea, dolor de cabeza y leve sangrado por la nariz.

Al comienzo los síntomas no están bien definidos; hay fiebre en el 75% de los casos, con muy pocos escalofríos, dolor de cabeza leve que puede aumentar de intensidad durante la primera semana y puede llevar al paciente a la postración.

La evolución del cuadro clínico es gradual en 1-3 semanas con incremento de los síntomas iniciales. Destacan la fiebre continua de 38,8-40,5 °C durante 4 semanas, sino se instaura un tratamiento; escalofrío, dolor de cabeza, dolor abdominal difuso o en el cuadrante inferior derecho del abdomen; diarreas acuosas o semisólidas, incluso disentería (heces mucosas o con sangre) o constipación, tos, sudoración, dolores musculares y artralgias.

Algunos pacientes pueden presentar alteración del estado mental, conducta anormal, delirio e insomnio. 


Signos y síntomas de sospecha

Algunos de los signos y síntomas que hacer sospechar un cuadro de tifoidea incluyen: 


  • Estreñimiento o diarrea.
  • Nausea y vómito.
  • Dolor abdominal.
  • Lengua saburral, que es el recubrimiento de la lengua por una capa de color blanco-parduzco o amarillento debido a la acumulación de material descamado.
  • Manchas en la piel (Exantema macular).
  • Agrandamiento del hígado.
  • Agrandamiento del bazo.
  • Alteraciones neurológicas.


Hacia el final de la primera semana, los pacientes pueden presentar trastornos neuropsiquiátricos como desorientación, agitación psicomotriz y crisis convulsivas (especialmente en niños).

La muerte aparece en el 10-30% de los casos no tratados, aunque con el tratamiento precoz se reduce a menos del 1%, y la enfermedad se cura en aproximadamente 2 semanas. 


Diagnóstico

En esta enfermedad infecciosa es muy importante el cuadro clínico y la exploración física por parte del médico. Se debe tener presente la fiebre tifoidea en todo trastorno que curse con fiebre persistente, malestar general y un cuadro de toxicidad acompañante.

El diagnóstico puede confirmarse por estudios de laboratorio como: 


  • Hemocultivo (cultivo de bacterias a partir de una muestra de sangre).
  • Hemograma completo.
  • Reacción de Widal (test de aglutinación en sangre).


El hemocultivo es muy importante para el diagnóstico en el periodo invasivo. Durante la primera semana de la enfermedad 85-90% de los resultados son positivos.

La reacción de Widal puede solicitarse a partir de la segunda semana de evolución del cuadro infeccioso; son positivas cuando los títulos para el antígeno “O” y “H” son ≥ 1:160.

Hay que tener presente que un resultado negativo no descarta la enfermedad. En el hemograma debe determinarse la presencia de anemia, leucopenia (leucocitos bajos), eosinófilos bajos (eosinopenia) y plaquetas bajas (trombocitopenia), asociados a la fiebre tifoidea. 


Tratamiento

Está basado en la utilización de fármacos antibióticos de primera línea como la ciprofloxacina durante 7 días, cefixima durante 14 días y el cloranfenicol; aunque actualmente este último medicamento está descontinuado por los graves efectos adversos que puede desencadenar como anemia aplásica irreversible.

Cuando por algún motivo no se pueden utilizar los medicamentos de primera línea, se pueden indicar otros medicamentos durante 14 días como ampicilina, amoxicilina y trimetoprim-sulfametoxazol.

Si se ha demostrado resistencia antibiótica a los medicamentos de primera línea o en brotes epidémicos de fiebre tifoidea por S. typhi, es recomendable emplear azitromicina por vía oral durante 7 días. En mujeres embarazadas se recomienda el tratamiento con ampicilina, amoxicilina o cefalosporinas de tercera generación.

Las cefalosporinas de tercera generación, de administración intravenosa o intramuscular, están indicadas en los casos de: fracaso al tratamiento inicial, resistencia a los medicamentos de primera línea, imposibilidad de administrar fármacos por vía oral, o en los casos de recaída de la enfermedad. 


Medidas de Prevención

Las medidas de prevención incluyen: 


  • Lavarse bien las manos.
  • Cocer bien los alimentos.
  • Limpiar adecuadamente los alimentos que se consumen crudos como las verduras y frutas.
  • Esterilizar o hervir el agua de consumo.
  • Los niños con fiebre tifoidea no deben acudir a la escuela hasta que la enfermedad haya cumplido su ciclo.


Dr. William Bonifaz B.
Doctor en Medicina y Cirugía
Reg. Prof. 9871 


Referencias





























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